¿Quién se ha llevado mi queso? de Spencer Johnson

“¿Quién se ha llevado mi queso?: como adaptarnos en un mundo en constante cambio” es un libro de Spencer Johnson, en el cual a través de un divertido cuento nos va explicando los principios fundamentales para adaptarnos al cambio.  En la historia participan 4 personajes, léelo y luego dime ¿con cuál te identificas?.

 

Acá te voy a dejar algunos puntos importantes del libro, también podrás escucharlo completo en el podcast.

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Si te interesa comprar este libro te dejo el link donde podrás encontrarlo tanto en formato físico como digital:

Introducción

Esta historia cuenta con 4 personajes, 2 ratoncitos llamados Fisgón y Escurridizo y 2 hombrecillos diminutos, del tamaño de los ratoncitos, llamados Hem y Haw, la historia se desarrolla en un laberinto y el objetivo de los 4 personas es encontrar el Queso.

 

El Queso viene a ser una metáfora de lo que cada una desea tener en la vida, quizás sea dinero, reconocimiento, una relación o paz espiritual.

 

El laberinto por su parte representa el tiempo que cada uno de nosotros dedica a buscar lo que desea.

Al inicio

Erase una vez, en un país lejano, vivían 4 personajes: 2 ratoncitos llamados Fisgón y Escurridizo y 2 hombrecillos llamados Hem y Haw que recorrían un laberinto buscando el queso que los alimentara y los hiciera sentirse felices.

 

Estos 4 personajes se dedicaban cada día a eso, sin embargo los 2 ratoncitos con sus cerebros simples buscaban un queso seco y duro de roer, mientras que los hombrecillos con sus cerebros más desarrollado, repleto de convicciones y emociones, buscaban otra clase de queso, que estaban convencidos los haría sentirse felices y alcanzar el éxito.

 

Fisgón utilizaba su magnífica nariz para husmear la dirección general de donde procedía el queso, mientras que Escurridizo se lanzaba hacia adelante, así se la pasaban recorriendo pasadizos, perdiéndose de vez en cuando, tropezando con las paredes, pero siempre volviendo a encontrar el camino y dispuestos a explorar nuevas zonas.

 

Hem y Haw en cambio utilizaban su capacidad para pensar y aprender de sus experiencias pasadas, pero desarrollaban también métodos más sofisticados de encontrar el queso, que a veces les servían pero a veces les nublaba la forma de ver las cosas, pues los dominaban sus propias convicciones y emociones humanas.

 

Esto hacía que su vida en el laberinto  sea más complicada y desafiante.

 

Finalmente un día los cuatro personajes encontraron su propio queso, en un depósito llamado Queso Q.

 

Para Fisgón y Escurridizo este acontecimiento no provocó ningún cambio en sus rutinas, siguieron levantándose temprano, corriendo por el laberinto hasta llegar al depósito y disfrutando del queso.

 

Mientras que Hen y Haw pronto empezaron a levantarse cada día mas tarde, a caminar en lugar de correr hacia el queso, a instalarse cómodamente en el depósito como si fuera su casa,  cada día se iban sintiendo más cómodos.

 

Aunque no sabían de dónde provenía el queso, lo que si pensaron era que había suficiente para toda la vida, así que se sentían felices, creían haber alcanzado el éxito y creían estar seguros.  No tardaron mucho en considerar que el queso encontrado era de su propiedad.

 

Cada noche los hombrecillos regresaban a sus casa repletos de queso, y a la mañana siguiente iban al depósito a buscar más, se sentían tan seguros de si mismos que pronto se convirtió en la arrogancia propia del éxito, tanto así que ni siquiera se dieron cuenta de lo que estaba sucediendo.

 

Por su parte Fisgón y Escurridizo que mantenían la misma rutina, revisaban cada mañana si se había producido algún cambio respecto a la situación del día anterior, luego se sentaban tranquilamente a roer el queso.

 

¿Dónde está el Queso?

Hasta que finalmente una mañana al llegar al depósito descubrieron que no había queso. No se sorprendieron, habían notado como el queso disminuía cada día, se habían preparado para lo inevitable.

 

Se miraron entre ellos y no se entretuvieron en analizar demasiado las cosas, la respuesta al problema era simple, la situación en el depósito de Queso había cambiado así que ellos dos decidieron cambiar también.  Y así se aventuraron nuevamente por el laberinto en busca de Queso nuevo.

 

Mas tarde el mismo día Hem y Haw, quienes no habían prestado la menor atención a los pequeños cambios que se habían producido cada día, pues daban por sentado que siempre encontrarían allí su queso, quedaron muy sorprendidos al llegar al depósito y descubrir que no había queso.

 

Hem enseguida empezó a gritar: ¿no hay queso?, ¿quién se ha llevado mi queso?, hasta que finalmente visiblemente enojado pronunció: No hay derecho.

 

Haw en cambio sacudía la cabeza con incredulidad, hacía oídos sordos a los gritos de Hem, no quería tener que enfrentarse a esta nueva situación.

 

Luego de emplear un buen tiempo en decidir qué iban a hacer lo único que se les ocurrió fue seguir mirando por los alrededores del depósito, para comprobar si el queso había desaparecido realmente.

 

Al confirmar lo sucedido solo despotricaban ante la injusticia de la situación, nadie les había advertido nada, se suponía que las cosas no deberían ser así.  Ellos tenían planes para el futuro basado en la presencia de ese queso.

 

Por lo que Haw  llegó a la conclusión de que: cuanto más importante es el queso para ti, tanto mas deseas conservarlo.

 

Resistencia al cambio

Día tras día Hem y Haw siguieron haciendo lo mismo, regresaban al depósito confiando en que de algún modo encontrarían allí nuevamente el queso.

 

En un momento Haw se dio cuenta de que Fisgón y Escurridizo no estaban por los alrededores y pensó que quizás sabían algo que ellos desconocían y que habían salido en busca de nuevo queso.

 

Por lo que sugirió a Hem que en vista de que las cosas estaban cambiando quizás ellos también debían cambiar y actuar de forma diferente.

 

Pero Hem, que analizó una y otra vez la situación, y afianzado en su sistema de creencias, le respondió que ellos no tenían por qué cambiar, que lo que pasó no debería haberles ocurrido a ellos, al fin y al cabo ellos eran pequeños hombrecitos, seres especiales, ellos tenían derecho a ese queso, pues ellos no fueron los causantes de ese problema, alguien más lo hizo, y Hem estaba decidido a llegar al fondo del asunto.

 

Mientras tanto Fisgón y Escurridizo ya habían recorrido bastantes rincones del laberinto, aunque al inicio no encontraron nada, finalmente llegaron un depósito llamado Queso N, allí encontraron una gram provisión de queso que jamás habían visto antes.

 

Por otra parte, en ciertos momentos de coraje Haw le proponía a Hem irse, pero Hem siempre respondía igual, que no quería porque donde estaban era un sitio cómodo, era lo conocido, afuera podría ser peligroso, y ya estaba demasiado viejo para recorrer el laberinto, podría perderse y hacer el ridículo, definitivamente no estaba preparado para eso.

 

Cada vez que esto pasaje Haw volvía a experimentar el temor al fracaso y desistía.  Y así siguieron haciendo lo mismo día tras día, negando lo que ocurría, pero a la vez con menos energía y ahora un poco irritables.

 

Hem estaba decidido a permanecer en la bodega a esperar, pensaba que tarde o temprano alguien iba a devolver el queso a su sitio.  Pero ya todos sabemos que el queso no reapareció nunca.

 

Aceptando el cambio

Un buen día Haw se empezó a reír, se dio cuenta que seguían haciendo lo mismo de siempre, una y otra vez, y encima se preguntaban por qué no mejoraban las cosas.  Le parecía ridículo.

 

Así que se decidió a salir en busca de nuevo queso, ante la incredulidad de Hem que le pedía que se quede con él esperando a que les devolvieran el queso.  Hem se encargaba de insertar en Haw miedos, haciéndole pensar que quizás afuera no había ningún queso, o que quizás no lo iba a poder encontrar.

 

Haw sabía que tenía más probabilidades de encontrar Queso afuera en el laberinto que quedándose allí.

 

Se imaginó entonces él mismo afuera en el laberinto, aventurándose, perdiéndose de vez en cuando, con una sonrisa en la cara y con seguridad de que encontraría nuevo queso.  Esto le iba dando más y más valor, así que siguió con esta imagen mental pero cada vez con más detalles, mas realistas, y se vio encontrando y disfrutando el nuevo queso.

 

Haw comprendió que a veces las cosas cambian y ya nunca más vuelven a ser como antes. Así es la vida, sigue adelante y cada uno de nosotros debe hacer lo mismo.

 

Antes de partir compartió con su amigo su reflexión: si no cambias, te puedes extinguir.

 

Afrontando el cambio

Cuando estuvo frente al laberinto sintió por un momento ganas de quedarse donde estaba, en lo conocidos, lo familiar, se preguntó si realmente se quería internar en el laberinto, se sintió ansioso y se preguntó: ¿qué haría si no tuviera miedo?.

 

Entonces pensó que tener un poco de temor puede ser bueno, pues a veces te puede impulsar a la acción, lo que no es bueno es sentir tanto miedo que le impida a uno hacer algo.  Así que respiró y empezó a internarse en el laberinto.

 

Se prometió que si volvía a tener la oportunidad abandonaría antes su zona de comodidad y se adaptaría con mayor rapidez al cambio.

 

Su aventura en el laberinto lo llevó a perderse varias veces, a encontrar un poquito de queso aquí y allá, a veces pensaba que estaba avanzando y luego sentía que retrocedía, sin embargo se dio cuenta que estar en el laberinto no era tan malo como le había parecido al inicio.

 

Mientras se encontraba en la búsqueda de su nuevo queso iba reflexionando en lo que había pasado con su viejo queso, comprendió que no había desaparecido de la noche a la mañana, sino que hacía el final la cantidad de queso iba disminuyendo e incluso se iba poniendo mohoso.

 

Admitió que pudo haberse imaginado lo que estaba por venir, pero simplemente no había querido, por lo que la próxima vez se mantendría alerta para que el cambio no lo pille por sorpresa. Su reflexión final fue: hay que olfatear el queso con frecuencia para saber cuando comienza a enmohecerse.

 

El tiempo iba pasando y él no encontraba suficiente cantidad de queso, tenía una sensación de vacío que le hacía dar ganas de abandonar la búsqueda, pero pensó: que el movimiento hacia una nueva dirección es lo que iba a ayudarle a encontrar queso nuevo.

 

Moverse hacia una nueva dirección lo había liberado también de sus temores, y eso lo hacía sentir muy bien, hace mucho no se sentía así, había olvidado lo divertido que podía ser lanzarse a la búsqueda de algo.

 

Empezó a formarse nuevamente una imagen en su mente, de él encontrando un montón de sus quesos favoritos, siempre le agregaba detalles que hicieran realista su imagen.

 

Reflexionó entonces que: imaginarse disfrutando de queso nuevo antes incluso de encontrarlo lo conducía hacia él.

 

Y que cuanto más rápidamente se olvida uno del queso viejo, mas pronto se encontrará el queso nuevo.

 

Haw siguió pensando en lo que podía ganar, en lugar de detenerse a pensar en lo que perdía.

 

Encontró un nuevo depósito, pero solo quedaban pocos pedazos de queso, así que decidió regresar por Hem, ver si lo animaba a unirse a él en la búsqueda, ahora que él ya estaba realmente motivado.

 

Encontró a Hem y le ofreció el queso nuevo, sin embargo Hem lo rechazó, respondió que no creía que le iba a gustar el queso nuevo, él quería que le devuelvan su propio queso, era a lo que estaba acostumbrado.

 

Haw no tuvo más remedio que volver al laberinto sin su amigo, estaba convencido de que encontrar lo que necesitaba era solo cuestión de tiempo, al final se dio cuenta que era más seguro buscar en el laberinto que permanecer en una situación sin queso.

 

El antiguo Haw antes pensaba más en lo que podría salir mal en lugar de en lo que podía salir bien.  En un momento pensó que era injusto que les hayan cambiado el quedo de lugar, ahora en cambio veía el cambio como natural, el cambio se produce continuamente.

 

Reflexionó entonces que sus viejas convicciones no lo conducían al queso nuevo.

 

El nuevo Queso de Haw

Haw ya se había desprendido del pasado y se estaba adaptando con efectividad al presente, continuó con mayor fortaleza y velocidad y finalmente encontró un depósito nuevo, era el depósito de Queso N, entró y quedó asombrado de la cantidad de queso, no lo había imaginado jamás.

 

Vio allí también a sus viejos amigos Fisgón y Escurridizo y se saludaron con gestos de cabeza.

 

Haw se dispuso entonces a saborear su nuevo queso.

 

Mientras lo disfrutaba recordaba que lo había motivado a cambiar, y se dio cuenta que fue en el momento en que se río de si mismo, al darse cuenta de todo lo que estaba haciendo mal.

 

Comprendió que la forma más rápida de cambiar consistía en reírse de la propia estupidez, pues solo así puede uno desprenderse de ella y seguir rápidamente su camino.

 

Decidió aprender de sus amigos Fisgón y escurridizo, que no analizaban en exceso ni super complicaban las cosas, para ellos la situación había cambiado, entonces ellos también cambiaron.

 

No había necesidad de super complicar las cosas o de confundirse uno mismo con temerosas creencias.  Conocía ahora la necesidad de adaptarse con mayor rapidez al cambio. Admitió que el mayor inhibidor del cambio se encuentra dentro de uno mismo, y que nada puede mejorar mientras no cambie uno mismo.

 

Y lo más importante que aprendió es que siempre hay queso nuevo ahí afuera.

 

Aunque fue difícil de admitir al inicio, sabía que el cambio había resultado ser una bendición disfrazada, puesto que le condujo a encontrar un queso mejor.

 

Pensaba también en su amigo Hem, y tuvo ganas de ir por él y convencerlo de salir de la difícil situación en que se hallaba, pero recordó que ya había intentado que su amigo cambiara y no lo logró. Hem tenía que encontrar su propio camino, ir más allá de sus propios temores y eso era algo que nadie podía hacer él.

 

Aprendizajes sobre el cambio

Haw decidió hacer un resumen de todo lo aprendido:

  • El cambio ocurre: el queso no cesa de moverse.
  • Anticípate al cambio: prepárate para cuando se mueva el queso.
  • Controla el cambio: olfatea el queso con frecuencia para saber cuándo se vuelve rancio
  • Adáptate al cambio con rapidez: cuanto más rápidamente te olvides dele queso viejo, antes podrás disfrutar del queso nuevo.
  • Cambia: muévete con el queso
  • Disfruta del cambio: Saborea la aventura y disfruta del sabor del Queso nuevo
  • Prepárate para cambiar con rapidez y para disfrutarlo una y otra vez: el queso no cesa de moverse.

 

En el nuevo depósito Haw inspeccionaba constantemente el queso para comprobar en que estado estaba, no quería ser sorprendido nuevamente, y aunque disponía de un gran suministro de queso, hacía frecuentes salidas al laberinto, para explorar zonas nuevas y mantenerse en contacto con lo que estaba sucediendo a su alrededor.

 

Sabía que era mucho más seguro conocer lo mejor posible las verdaderas alternativas de que disponía, antes que aislarse en su zona de comodidad.

 

Fin de la historia

 

Conclusión

Revisemos las enseñanzas que nos deja Haw y analicemos en qué momento de nuestra vida fuimos como Hem, es decir, estuvimos resistiendo ante un cambio inminente.

 

Pensemos también nuestra situación actual, hay algún área de nuestra vida que nos está pidiendo un cambio, será que estoy negando a dar un paso hacia lo desconocido para quedarme en la zona de confort.

 

Puede ser a nivel laboral o profesional, a nivel familiar, o a nivel de relaciones de pareja.   En el área de parejas, no siempre implica que cambiemos de pareja, a veces tan solo hay que cambiar viejos comportamientos para que las relaciones evolucionen.

 

Para despedirme les dejo esta frase que me pareció muy interesante:

 

“En lugar de ver al cambio cómo una posibilidad de perder algo, es mejor verlo como la oportunidad de ganar algo”.

 

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